martes, 1 de marzo de 2011

Cazadores habrían causado la extinción del mamut



Los investigadores creen que el hombre, motivado por diversión o búsqueda de alimento, cazó a estos animales hasta su extinción.

Durante la última glaciación, mamuts, rinocerontes lanudos y bisontes deambulaban por el norte de Siberia. Entonces, hace unos 100.000 años en espacio de unos pocos centenares de años, o apenas un segundo geológico desaparecieron.

Muchos científicos consideran que un radical cambio en el clima causó la extinción de esos herbívoros gigantes.

Pero dos científicos que viven todo el año en las frígidas planicies siberianas dicen que el hombre -por alimento o diversión- cazó a esos animales hasta su extinción.

Los paleontólogos debaten acerca de cómo esos enormes animales desaparecieron repentinamente. Las teorías más convincentes dicen que fue la humanidad y la naturaleza: Temperaturas dramáticamente más elevadas que causaron un cambio del hábitat y trajeron consigo una migración de hombres armados con lanzas.

Nadie sabe a ciencia cierta qué causó el calentamiento global entonces, quizás la actividad solar o un ligero cambio en la órbita terrestre. Pero, en un eco del debate sobre el calentamiento global de hoy, Serguei Zimov, director de la Estación Científica del Nordeste, y su hijo Nikita dicen que el hombre fue el verdadero agente del cambio.

Para que los prados siberianos proveyesen nutrición en el invierno, tenían que ser pastados en el verano para producir retoños frescos en el otoño. Las pezuñas de millones de renos y alces, además de los animales mayores, aplastaban el musgo, mientras que el estiércol promovía el florecimiento de los prados.

Al retirarse los hielos al final del Pleistoceno, el milenio final de una época de 1,8 millones de años, eso despejó el camino para la expansión del hombre a áreas previamente inaccesibles, como esta zona junto al Mar del este de Siberia.

El nororiente de Siberia, en la actualidad uno de los lugares más fríos del planeta, estaba seco y libre de glaciares. La tierra se volvió más gruesa, con capas de polvo y plantas podridas, generando ricos prados en los breves veranos.

Cuando llegaron los humanos cazaron no solamente por comida, sino por la grasa que protegía a esos animales norteños del frío, que los cazadores quemaron como combustible. Podrían haber cazado además por deporte, de la misma forma en que los búfalos fueron cazados en el viejo Oeste norteamericano, a veces desde las ventanillas de trenes en marcha.

La matanza destruyó los suministros del invierno, dicen los Zimov. “Nosotros no consideramos a los animales solamente animales. Los vemos como un sistema, con vegetación y todo el ecosistema”, dijo Nikita Zimov. “Uno no tiene que matar a todos los animales para destruir un ecosistema”.

Durante la transición de la glaciación al clima moderno, las temperaturas globales subieron 5 grados Celsius (9 Fahrenheit). Pero en el nordeste de Siberia las temperaturas subieron 7 grados Celsius en apenas tres años, dijo Serguei Zimov.

La teoría de excesiva caza por el hombre ha sido muy cuestionada. Partidarios de la teoría del cambio climático dicen que las temperaturas más cálidas generaron bosques que abrumaron el hábitat de los corpulentos herbívoros.

Adrian Lister, del departamento de paleontología del Museo de Historia Natural de Londres, dice que los humanos pudieran haber asestado el golpe final, pero que el rápido calentamiento global fue la causa principal de la extinción del mamut. Al provocar un abrupto cambio en la vegetación que apretó a los mamut en zonas aislados, en los que los cazadores pudieron acorralar a las últimas manadas, dijo.

Las personas “no pudieron haber sido la única causa”, le dijo Lister a AP Television News. Los mamut una vez abundaron desde Rusia y el norte de China hasta Europa y la mayor parte de Norteamérica, pero sus números comenzaron a reducirse hace unos 30.000 años. Para cuando acabó el Pleistoceno, apenas unos pocos quedaban en Suberia, dice.

Al igual que hace milenios, la cacería es aún un problema, señala Serguei Zimov. “Pienso que es posible aumentar la densidad de los herbívoros en nuestros territorios hasta cien veces”, expresó Zimov, que tiene un colmillo de dos metros de una hembra de dieciocho años en un rincón de su sala de estar. “Hay que acabar con la caza. Hay que dar libertad a los animales”.

Fuente: AP - Diario La Tercera (Tendencias). 17 de Febrero de 2011.