Arqueólogos españoles descubren en Siria dos caras en una costilla tallada al inicio del Neolítico.
“¿Son dioses? En mi opinión es demasiado pronto como para asegurarlo”, reflexionaba esta mañana por teléfono al sitio Materia el arqueólogo Juan José Ibáñez. Su equipo acaba de anunciar el hallazgo de dos rostros humanos tallados hace unos 10.000 años en la costilla de un gran bóvido, en la región siria de Tell Qarassa.
Las caras han aparecido asociadas a una zona funeraria de un poblado neolítico, con centenares de casas todavía sin excavar. Ibáñez, de la Institución Milà y Fontanals (CSIC), cree que “tienen un sentido funerario, son como una manera de establecer una vinculación con los antepasados”. Los rostros, a juicio de los investigadores, no son retratos de personas concretas, sino representaciones de seres míticos con carácter humano.
Las dos figuras, de carácter naturalista, reflejan “el cambio de creencias, desde el tipo más chamanístico de los cazadores recolectores a las nuevas creencias sobre seres míticos propias del Neolítico”, según explica Ibáñez, que publica su hallazgo en la revista especializada Antiquity. Aquellas creencias acabaron desembocando en religiones complejas como las 4.200 que, se calcula, existen hoy en día.
Cráneos con la cara amputada
El equipo de Ibáñez ya había hallado en el mismo yacimiento una habitación oval con 11 cráneos con la cara amputada y dispuestos en círculos. Los científicos atribuyeron aquel hallazgo a “una venganza ritual”. Antes, en un yacimiento vecino unos 3.000 años más antiguo, conocido como Qarassa 3, los arqueólogos españoles encontraron “los primeros indicios de diferenciación social humana”. Dos de las 12 cabañas del poblado presentaban un nivel de complejidad superior a las demás y los investigadores interpretan este hecho como “un liderazgo incipiente”, en una sociedad que empezaba a coquetear con la agricultura, en la que se empezaba a manejar un excedente de alimentos y en la que, por lo tanto, nacían las relaciones complejas de poder.
La nueva talla mide apenas cinco centímetros de largo y un poco menos de dos centímetros de ancho. Los dos rostros tienen los ojos cerrados, la nariz larga y la boca recta y profunda. No presentan pelo ni orejas. “No era una pareja. El hueso está cortado. En la parte baja de la varilla empezaba otro rostro, había más representaciones humanas”, detalla Ibáñez.
El arqueólogo del CSIC cree que estas figuras tenían algún tipo de papel en los rituales funerarios. En el poblado neolítico de Tell Qarassa, los habitantes enterraban a los individuos en posición fetal y, al cabo de un tiempo, abrían las tumbas y retiraban partes de los esqueletos. “Hay depósitos sólo de cráneos, de manos, de brazos”, cuenta Ibáñez.
La talla con los dos rostros fue descubierta en 2009, antes de que estallara la guerra en Siria y se paralizaran las excavaciones en la región. Caras humanas similares aparecen en esa misma época, el periodo hace 10.000 años, en esculturas monumentales y en cráneos de antepasados sobre los que se reproducen rasgos anatómicos con máscaras de cal y arcilla. Sin embargo, rostros tallados sobre hueso son más excepcionales, según Ibáñez.
Fuente: Materia. 24 de Marzo de 2014.